Mami, haz que pare el viento

Mi pobre pequeña, que pasaría en tu vida anterior para tener tanto miedo... Un miedo que no se olvida por mucho tiempo que pase, ni siquiera con una nueva vida sin preocupaciones, porque se instala en lo más profundo del subconsciente y sale a relucir cuando algo lo desencadena.

Freya lleva casi 5 años con nosotros, la recogimos siendo ya adulta y es un amor de perra, siempre digo que es como una cría pequeña: igual de loca, juguetona e inocentona. Siempre la ves feliz, por eso me da tanta pena ver lo mal que lo pasa con los ruidos fuertes. Incluso cuando sopla fuerte el viento no quiere ni salir para hacer sus necesidades, tan solo encogerse en algún rincón o acurrucarse en nuestra cama hasta que pase el temporal.
Por eso, por ella, cada día pido que el sol brille y el tiempo sea benévolo con esta perrita miedosa.

Comentarios